Memoria: todo está guardado
Sentirme el olvido perenne del mar
Alfonsina Storni
Hace unos días me hicieron volver a mi cueva de vanidades. Por suerte no me encogí ante el espejo ni lo avivé con ese narcisolón que tantas veces me doblega. El ego se quedó guardadito en su cajita donde, desde hace tiempo, es moneda inconsciente que a veces sale al sol.
Hace una semana entrevistaron a María Rachid, activista LGBT+, para un documental sobre otra referente histórica, Ilse Fuskova. Al terminar, reflexionó sobre la actualidad de una manera muy simple. Le preguntaron sobre las nuevas generaciones y sobre el desconocimiento que tienen sobre quienes abrieron los caminos para la visibilidad que hoy tenemos, para los derechos que se han conquistado. Fue precisa. Dijo que quienes no lean, no investiguen, a quienes estuvieron antes, solo tendrán una mirada parcial de todo.
Cuando dijo eso, me corrió una sensación por la piel que me llevó a los tiempos de la revista NX y de Deportistas Argentinos Gays, y de Los Dogos y de El Vahído (entre el 94 y el 14), en los que siempre supimos que una de las patas de este camino por la igualdad real tenía que ver con la memoria y por el respeto a quienes se animaron a más.
Pensé en Carlos Jaúregui, en Lohana Berkins, en Nadia Echazú, Ilse, María Belén Correa, el equipo de abogadxs de Gays DC, la potencia de Lesbianas a la vista, Mauro Cabral, Marcelo Ferreyra, en la Biblioteca LGTT y en las Cenas de Paraná que organizaban César y Marcelo, en Claudia Pía Baudracco, en cada compañerx que luchó y lucha en respuesta al VIH, en mis compas de aquel Nexo, en Esteban Paulón, en Flavia Massenzio, en María, en Vida Morant, Marcela Romero, Mary Robles, Lucía Paz, Gema Rosales, Ornella Infante, Betty Herrera, el resto de lxs compañerxs de ATTTA y de la FALGBT, que cada día vistieron y visten con su militancia, con su visibilidad, con su respeto por quienes sembraron la semilla, por quienes la regaron y la riegan, y por quienes cosechan con la bandera del arcoíris a plena presencia.
Y al pensar en ellxs y en otros tantos rostros en quienes me inspiré para mi primera novela “Brasil (coração navegador”) -que deseo salga en noviembre-, reafirmo que la memoria es una de las cuatro patas que sostienen este camino. Y justo recién, Alejandro Modarelli, otro activista LGBT+ histórico, escritor y creador de una frase que la mayoría se la atribuye a Carlos Jáuregui (“en el origen de nuestra lucha, está el deseo de todas las libertades”; la aportó cuando se creó Gays DC, con Carlos a la cabeza), posteaba sobre la resistencia LGBT+ en Argentina de los 70, y expresaba: “Memoria es don perenne de los que nos precedieron y por los cuales vale la pena iluminar el presente”.
Hubo mucha gente que puso el cuerpo, hubo mucha gente que dio la vida, a la que torturaron, encerraron, mataron. Hubo otra que resistió y hay mucha que resiste. Los derechos conquistados no se negocian. “Ni un paso atrás”, como sostiene Marcela Romero. Por ellxs estamos aquí, visibles para ser iguales.
Y como finalmente el ego (las fotos lo demuestran) me empuja, quiero decir que hacer silencio -es decir, callar que ante cualquier palabrerío de quienes jamás van a una marcha, a un encuentro, quienes jamás se visibilizan y jamás militan pero hablan de militancia- es no cuidar la memoria de quienes sí hicieron y de quienes aportamos algunas semillitas también para que florezca un mundo más diverso.